Todos somos Iglesia, cada uno con sus particularidades; y todos aportamos lo que nos caracteriza para hacer del mundo un hogar más habitable.
• Se trata de “Sentir con la Iglesia”, de estar a la escucha; no sólo de lo que Dios me dice, sino también de lo que nos está diciendo en este momento de la historia.
• Somos invitados por Jesucristo a hacer vivas nuestras actitudes de misericordia, acogida, perdón y escucha, a “cuidar la casa común”.
• Formamos parte de una Iglesia que quiere ser casa con las puertas abiertas, en salida, para todo tipo de seres humanos de otras religiones, tradiciones y con distintas formas de creer en algo o en alguien. En todos ellos hay parte de la verdad de Dios.
Nuestra casa, el mundo, es el lugar donde resuena la voz del mismo Dios, y por tanto, el espacio amable al que la Iglesia –los amigos en el Señor- está llamada a ser y actuar.