Por un lado, eliminamos las barreras físicas, convirtiendo las aulas tradicionales donde un profesor trabaja con 25 alumnos en nuevos espacios educativos que integran a unos 60 alumnos y donde varios profesores pueden trabajar a la vez. Las aulas se convierten en lugares que permiten agrupamientos flexibles, el respeto a los diferentes ritmos de aprendizaje y la interacción cooperativa del alumnado y el profesorado. Las clases se configuran para favorecer un clima acogedor mediante un espacio abierto sin barreras interiores, que permita un fácil acceso a los diferentes recursos.
Por otro lado, se derriban las fronteras de las asignaturas y de los libros de texto. En este modelo se trabaja por ámbitos: Socio- lingüístico (sociales, lengua e inglés) y Científico – tecnológico (ciencias, matemáticas y tecnología) y los libros “desaparecen” para poder trabajar con materiales creados por los propios docentes. El trabajo cooperativo basado en proyectos se compatibiliza con el trabajo en equipo, el trabajo individual y las exposiciones. Desde el curso 2016/2017 el Ipad es la principal herramienta de trabajo.
Por último, se rompe la barrera con el profesor que se convierte en pieza clave del proceso. El tutor pasa muchas horas con su grupo lo que estrecha la relación personal, permite detectar rápidamente las dificultades y respetar el ritmo de cada uno. Además, al haber otros profesores en el aula, el aprendizaje es más flexible y dinámico y permite una atención mucho más individualizada.
La reducción drástica del absentismo escolar ha sido el principal indicador de nuestro éxito. Nuestros chicos y chicas QUIEREN venir al colegio porque aquí, además de aprender, estudiar y esforzarse se divierten y se sienten queridos, acompañados y valorados.